2. Crees que todo el mundo es tu cliente (falta de enfoque)
Cuando crees que todo el mundo es tu cliente, terminas desenfocándote y creando productos generalistas, irrelevantes y de poco valor en el mercado. Recuerda que "Querer agradar a todo el mundo es un camino seguro hacía el fracaso".
Creer que todo el mundo es tu cliente te hará caer en el error de querer adaptar tu propuesta de valor a cualquier persona que se acerque a tu negocio, llegando hasta el punto de ofrecer cosas que ni siquiera estás seguro de poder hacer.
Además, cuando no tienes un enfoque claro, terminas haciendo publicidad que es poco provechoso porque le "dispara a muchos" y termina convenciendo sólo a algunos pocos.
"Dejemos de hablarle a muchos para convencer a uno. Hablémosle a uno para convencer a muchos." -Fernando Anzures, autor de El Consumidor es el Medio
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