Desde una perspectiva psicológica, el turquesa promueve la comunicación abierta, la claridad mental y el equilibrio emocional. Se le considera un color que estimula la conciencia, fomenta la creatividad y favorece la aparición de nuevas ideas. Además de relacionarse con la alegría, la compasión y la empatía, el turquesa también se vincula con la amistad, la paz interior, la prosperidad emocional y la serenidad. Sin embargo, en ciertos contextos, también puede asociarse con el egocentrismo o la indiferencia, dependiendo de su intensidad y uso.
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