jueves, enero 18, 2024

¿Qué hay detrás de los plagios en el diseño? CASO CONCURSO VENDIMIA 2018


EL concurso de diseño de la Vendimia siempre genera polémica. Y ese  año no fue la excepción, aunque seguramente más justificada que en años pasados. El diseñador suele ver similitudes que a sus ojos rozan los límites éticos, en cada curva, color o tipografía similar. Es casi un deporte propio de la profesión el buscar parecidos, muchas veces inexistentes, o al menos no merecedores de la sentencia de hurto.

Pero este no fue el caso, la propuesta ganadora (que inmediatamente dejó de serlo) fue justamente condenada por ser un plagio descarado.


Y la falsificación no consiste en el uso de la técnica, sino en la (casi) igualdad de la imagen central.


Ahora, ¿Qué hay por detrás del plagio, “viveza criolla” o una total falta de criterio?

Podemos limitarnos a juzgar los plagios desde su falla ética o, dado lo habituales que son en nuestra profesión, buscar algún motivo que no los justificará, pero sí nos permitirá comprender su posible origen.

Si nos atenemos simplemente a sentenciar a los responsables del robo, no lograremos comprender si existe alguna raíz en nuestro accionar profesional. Los riesgos de la apropiación son mucho mayores que sus beneficios. Al menos eso quedó en claro en este último suceso, el plagio del concurso de la Vendimia 2019, donde los diseñadores pasaron de ganadores a enjuiciados no solo por el universo del diseño sino por la sociedad entera. Un costo muy alto para una acción que pudo ser evitada con cierta facilidad, simplemente distinguiendo entre inspiración y robo.

Y en busca de comprender el origen de la copia en diseño, podemos arriesgar al menos dos posibles motivos:

A) La falta de método para diseñar.

Si quienes recurren al plagio, tuviese un orden metódico que gobierne el proceso de diseño, seguramente no caerían en la falsificación. Al no existir ese orden, el caos reinante abre las puertas a que lo que debe ser simplemente una fuente de inspiración se convierta en la salida fácil y necesaria, o sea, el plagio. La falta de método convierte al proceso de diseño en un salto al vacío, donde la hoja en blanco puede generar angustia, conforme pasa el tiempo y no aparecen soluciones mágicas. Y digo mágicas, ya que sin un proceso ordenado, la respuesta creativa no va a tener sustento para existir.

En cuyo caso, es muy tentador, al encontrar en el trabajo de otro la respuesta que creemos aplica a nuestro diseño, el tomarlo “prestado”.

Si el método existe, nunca deberemos enfrentar ese vacío conceptual, sino que de antemano tendremos determinado el objetivo buscado, y un camino para arribar a él. En cuyo caso, cualquier posible fuente de inspiración será solo eso: inspiración. Un aporte al proceso pero nunca un reemplazo del proceso.

B) Una concepción errada de lo que es el diseño.

El plagio de la Vendimia sirve de ejemplo para comenzar a comprender este conflicto. El artista plagiado desarrolla por un lado una técnica (la de dibujar los volúmenes con papeles) y por otro, una sensibilidad para crear las formas. Cuando el diseñador toma como fuente de inspiración, en este caso, ambas habilidades, se encuentra con una lógica limitación para hacerlas propias. Situación totalmente razonable: al artista original le llevó un largo tiempo dominarlas, y ese largo camino es el que permite que les sean propias. El diseñador, apremiado por los tiempos, es incapaz de adquirir la destreza necesaria, entonces debe aproximarse lo más posible al original, para pisar terreno firme, en una tierra que desconoce. No le es posible tomarlo como inspiración, sino que inevitablemente debe caer en el plagio.

El diseño consiste en la creación de soluciones a problemas concretos. Para ello, el diseñador debería contemplar el uso del recurso indicado. De requerir un ilustrador particular, debería poder contratarlo. Pero esa concepción errada de lo que es el diseño nos permite pensar que también debemos ser quienes resolvamos ese requerimiento con nuestras propias manos.

Entonces, de considerar que aquello que nos inspiró (la imagen de un rostro femenino realizado con recorte de papel) es parte de la solución buscada, asumimos el rol de ilustradores que no nos corresponde.

No cursamos en escuelas de arte, no nos capacitamos para desarrollar estilos gráficos, no poseemos dominio en técnicas de ilustración. Es casi un insulto a aquellos profesionales que si lo hicieron, el pretender reemplazarlos, ignorando su capacidad y tiempo dedicado para lograr ser quienes son.

Como bien dijimos, el desarrollo de un estilo visual demanda tiempo y esfuerzo para ser dominado. Aquellos diseñadores que, afiliados al concepto de “diseño de autor” desarrollan un estilo, obtienen por resultado el dejar de responder al concepto de lo que es diseño, ya que dejarán de enfrentar el problema en busca de la solución indicada, para pasar a imponer su estilo como solución estándar.

Ambos errores conceptuales de lo que es el diseño: un proceso desgobernado por la falta de métodos llevado a cabo por un diseñador que se considera artista, son dos puertas de acceso (muchas veces combinadas) al plagio. Y un aporte más a la confusión general de la profesión.

Investigación de Jorge Piazza

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