Johannes Vermeer fue un pintor
de la escuela holandesa del siglo XVII conocido en la actualidad, sobre todo,
por reflejar en sus lienzos las escenas domésticas de la Holanda de su época.
Sin embargo, tal y como sucede con numerosos artistas, sus cuadros no solo se
limitan a estar expuestos en museos para ser admirados por aquellos que lo
visitan, sino que muchas veces estas imágenes salen de sus marcos para ser
utilizadas con fines distintos al de mero goce contemplativo.
Diremos, antes de empezar, que hoy en día
mucha gente conoce el argumento de una película sin haberla visto nunca o es
capaz de charlar sobre un libro determinado sin haberlo leído jamás, pero
pueden hacerlo gracias a «textos paralelos» que le proporcionan información
sobre los mismos. Estos se denominan paratextos. Por ejemplo, un niño de seis o
siete años sabe quién es don Quijote porque se ha leído la versión adaptada o
puede hablar de los personajes de Star Wars porque ha visto alguna escena en
algún programa, ha visto fotografías de los mismos o ha leído un artículo sobre
la saga. Lo mismo ocurre con muchas obras de arte. En este caso hablaremos de
La lechera, quizás el cuadro más famoso de Vermeer, y no precisamente por estar
colgado en el Rijksmuseum. La mujer que aparece en él es la imagen de toda una
marca de Nestlé que contiene productos como leche condensada o yogures. La
imagen de la lechera que aparece en los botes de la primera no es exactamente
la del cuadro, pero sí que nos remite claramente a ella. En el caso de los
yogures, la mujer es la misma a la del cuadro. Además, resulta que cuadro y
marca se llaman de la misma forma.
¿Cuál es la estrategia publicitaria que se
esconde detrás de todo esto? Vermeer, al pintar La lechera, transmitió a la
perfección el ambiente propio de una casa típica de su ciudad y de su época.
Como ya hemos dicho, se trata de un pintor de escenas íntimas y domésticas.
Para reflejar este ambiente casero y rústico en el yogur, además de dar la
impresión de estar fabricado por nada más y nada menos que una lechera
holandesa del siglo XVII, el producto no se presenta en un envase de plástico,
lo que sería un símbolo de avance y modernidad, sino que lo encontramos en la
nevera del supermercado en un envase de vidrio, lo que acentúa todavía más esa
idea de yogur artesano y tradicional. Basta con observar cada detalle que
aparece en el anuncio de dichos yogures para comprobar hasta qué punto el
cuadro de Vermeer ha influenciado su presentación el mercado.
No obstante, esto no se trata de un hecho
aislado, sino que muchas obras de arte son utilizadas en producciones
artísticas posteriores. La joven de la perla, del propio Vermeer, es el
argumento principal tanto de un libro como de una película. Asimismo, la imagen
que aparece en la carátula trasera del disco Wish you were here, de Pink Floyd,
está inspirada en la obra del surrealista belga Magritte.
En último lugar, más allá de estrategias de
marketing, la obra de Vermeer también fue interpretada por nada menos que
Salvador Dalí. El pintor barcelonés pidió que cerrasen el mismísimo Museo del
Louvre para copiar La hilandera, y, tras examinar detenidamente el cuadro, se
decidió por pintar en el lienzo el cuerno de un rinoceronte. Ahí empezaría toda
la teoría daliniana acerca de la conexión entre La hilandera y los cuernos de
rinocerontes y su obsesión por estos últimos, un elemento que se convirtió
entonces en motivo recurrente en sus cuadros. ¡Toda una anécdota surrealista!
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